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El IVA es como tu “casi algo”: no es tuyo, nunca lo fue y nunca lo será

  • Foto del escritor: KARLA RAYA
    KARLA RAYA
  • 11 nov
  • 3 Min. de lectura

El IVA tiene algo en común con esas relaciones que no se concretan: se siente cercano, pasa por tus manos, pero no te pertenece. Muchos empresarios y profesionistas independientes cometen el error de creer que el IVA que cobran es parte de su dinero, cuando en realidad son simples intermediarios. El IVA no es un ingreso; es un impuesto que cobras en nombre del Estado y que debes entregar íntegro al SAT.

El sentido del IVA y su origen

El Impuesto al Valor Agregado nació para gravar el consumo, no la producción ni el ingreso. En México está regulado por la Ley del IVA, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 29 de diciembre de 1978, con múltiples reformas, la más reciente en 2024. Su diseño es elegante: cada vez que alguien agrega valor a un bien o servicio, paga el impuesto correspondiente sobre ese valor añadido.El contribuyente no asume el impuesto como gasto propio, sino que lo traslada al consumidor final. Por eso, más que contribuyente directo, quien factura actúa como recaudador temporal.

No es ingreso: es una obligación

De acuerdo con el artículo 1 de la Ley del IVA, están obligadas al pago las personas físicas y morales que realicen en territorio nacional actos como la enajenación de bienes, la prestación de servicios independientes, el uso o goce temporal de bienes y la importación.El dinero que recibes por concepto de IVA no forma parte de tus ingresos acumulables para efectos del Impuesto sobre la Renta. Es un flujo ajeno. Si lo utilizas para pagar nómina, renta o gastos operativos, estás disponiendo de recursos públicos, lo cual puede generar sanciones severas.


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La mecánica del impuesto

El IVA se calcula con una fórmula simple pero poderosa: el IVA que cobras menos el IVA que pagas. El primero se denomina “trasladado” y el segundo “acreditable”. Si la diferencia es positiva, pagas al SAT. Si es negativa, tienes derecho a solicitar devolución o compensación.Imagina que facturas cien mil pesos más IVA y pagas a tus proveedores cuarenta mil más IVA. Cobras dieciséis mil y acreditas seis mil cuatrocientos. El resultado es un IVA a pagar de nueve mil seiscientos pesos. Ese monto no es ingreso, sino un compromiso fiscal que debes entregar al fisco en el mes correspondiente.

Consecuencias de no enterarlo

Retener indebidamente el IVA equivale, en términos jurídicos, a quedarse con dinero público. El artículo 108 del Código Fiscal de la Federación lo tipifica como defraudación fiscal. Las sanciones pueden incluir multas de hasta el setenta y cinco por ciento del impuesto omitido, suspensión del sello digital y, en casos graves, procesos penales.En otras palabras: gastar el IVA es como gastar el dinero de otro; puede parecer inofensivo al principio, pero siempre termina mal.

Acreditamiento correcto

Para poder acreditar el IVA pagado, la ley exige que las facturas cumplan con requisitos fiscales, que las operaciones estén efectivamente pagadas y que los gastos sean estrictamente indispensables para la actividad del contribuyente. No todo lo que lleva IVA es acreditable. Si no hay relación directa con la operación, si el pago no se ha efectuado o si la factura tiene errores, se pierde el derecho al acreditamiento.

Una visión estratégica

Aunque el IVA no afecta tus utilidades, sí impacta tu flujo de efectivo. Por eso, una empresa financieramente sana separa sus cuentas: una para ingresos propios y otra para IVA. Llevar un control puntual de los saldos de IVA por pagar y acreditable evita sorpresas desagradables al cierre del mes.Desde RRE Accounting Firm recomendamos implementar sistemas de control que muestren en tiempo real la posición neta del IVA y que permitan anticipar obligaciones antes de que se conviertan en contingencias.

Reflexión final

El IVA enseña una lección de madurez financiera: no todo lo que pasa por tus manos te pertenece. Así como en la vida hay que soltar lo que no es nuestro, en las finanzas hay que respetar lo que corresponde al fisco. El IVA no es enemigo; es una prueba de orden y disciplina. Si lo manejas con inteligencia, no solo evitas sanciones, sino que construyes credibilidad y estabilidad fiscal.

Porque, al final del día, el IVA es como tu “casi algo”: no es tuyo, nunca lo fue y nunca lo será… pero tratarlo bien puede salvarte de muchos dolores de cabeza.

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